Es verano, lo sé
pero donde yo estoy no brilla el sol.
Vivimos enterrados
en un gélido mar de oscuridad
sumergidos
a una presión de más de cuatro atmósferas.
Finalizaron ya las maniobras
en el en el helado ártico.
Volvemos a la base,
a llenarnos los ojos
de luz entre las hojas;
los pulmones, del aire de los parques.
11:28: compartimiento de torpedos:
Una fisura gesta la tragedia
Por ella se liberan
los Jinetes, vestidos
de agua oxigenada y keroseno
Inopinadamente
estalla la mañana.
El agua desbocada entra a raudales
Anegada la proa, la nave escora.
Se desata la alarma,
cunde el desconcierto.
Como un látigo, la orden
desgarra el general aturdimiento:
“¡Cierren los reactores!
Todo el mundo a sus puestos!”
Dos minutos más tarde, revientan los infiernos
y caemos...
dos...tres...cuatro segundos
de eternidad, angustia e impotencia
hasta el encontronazo
con el lecho del mar, fin de trayecto.
Quieta la confusión,
se procede al recuento:
Abierto en canal, el submarino
Ha perdido noventa y cinco hombres.
Los reactores, cerrados, a Dios gracias
No hay energía ni radio,
Sólo titila el brillo
fosforescente de los indicadores:
12:58;
y la profundidad, 108 metros.
El honor y el reglamento exigen
mantenerse en sus puestos:
Pero ya a quién le importan;
rompiendo la Ordenanza
nos trasladamos al sector de popa.
Juntos nos damos calor. Nadie habla.
Las palabras están fuera de lugar y de tiempo
Es tiempo de escribir y de rezar
De recordar a los que nos dejaron
Y a los que dejamos.
En el aterrador silencio submarino
Leves golpes desde dentro del casco, intermitentes
Tres puntos, tres rayas, tres puntos
“Señor, recógenos en Tus manos
Y sácanos, levemente, hacia la luz”.
13:15, Dima Kolesnikov, jefe de turbinas,
escribe a su mujer. Recién casados:
“Todo el personal de los compartimientos 6, 7 y 8
nos hemos refugiado en el noveno. En total somos 23.
Han enviado a dos compañeros
a la escotilla del sector 9. Hay esperanza”
De fondo suenan las primeras toses
El aire se enrarece por minutos.
Vuelven los compañeros,
los rostros demudados:
La escotilla del 9, impracticable.
¡Marinos, héroes! No: niños, hermanos
víctimas de un destino caprichoso.
Coged mi mano, serenáos un poco
Es la hora del valor
y de la muerte.
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