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miércoles, 2 de septiembre de 2015

A vueltas con la educación y la ética del trabajo



Acabo de leer una noticia sobre el colegio finlandés que sistemáticamente lidera el ranking del informe PISA sobre excelencia académica. Está en el barrio de Saunalahti, en la ciudad de Espoo, al sur de Finlandia. Os invito a ver cómo lo consiguen:
 
No hay pupitres organizados por cursos y especialidades; el diseño, de los mejores arquitectos, es de espacios abiertos y rodeados de ventanales, en los que niños de todas las edades (no se distingue entre primaria y secundaria) interactúan y se ayudan. 
 Toda la comunidad, docentes discentes y padres, todo el pueblo, en realidad, forma parte del colegio, que incluye también la biblioteca pública y el gimnasio. Los niños se sientan a leer en los alféizares de las ventanas o encima de las estanterías, y nadie les dice nada. Porque, curiosamente, no las estropean. ¿Por qué? Porque no tienen unas normas que les obliguen a cuidar el material. No las necesitan; todos sienten el colegio como propio, y nadie daña lo que le pertenece. Y los niños van felices al colegio, a veces desde kilómetros de distancia, a pie a temperaturas bajo cero.

Nuestra generación crecimos oyendo que primero está la obligación y luego la diversión (y antes que cualquiera de ellas, la devoción); que "la letra con sangre entra", que hay que formarse para ser hombres de provecho el día de mañana; que hay que aprovechar el tiempo cuando se trabaja para luego poder disfrutar legítimamente el tiempo libre. "El que algo quiere, algo le cuesta", Desde que el arcángel Gabriel expulsara a Adán del paraíso terrenal, y Dios advirtiera al hombre que "ganarás el pan con el sudor de tu frente", tenemos grabado a fuego que el trabajo es una píldora que hay que tragarse con orden, disciplina y sacrificio.

Trabajamos (demasiadas horas) pensando en el momento de "fichar" y salir del curro, y nos pasamos el año suspirando por el mes de vacaciones. Llevamos trescientos años de movimiento obrero para conquistar los derechos de los trabajadores, para humanizar mínimamente la traumática experiencia del trabajo.

Como traductor de inglés, suelo contar como anécdota la diferencia entre la etimología de las palabras "trabajo" y "negocio", en español, y sus equivalentes "work" y "business"en inglés.

"Work" deriva del sajón "weorc", y denota obra, el resultado útil de una acción;  "Trabajo" viene del latín "tripalium", un instrumento de tres palos en el que se crucificaba a un reo o esclavo para torturarle. "Business" viene de "busy", adjetivo que significa estar ocupado en algo útil, es decir, aprovechar el tiempo. Por su parte, "negocio" viene del latín "nega otium", es decir, negación del ocio. En nuestra percepción más básica, el inglés trabaja porque sabe que el tiempo es oro, y debe aprovecharlo, mientras que para el español el trabajo es un mal trago, lo ideal es vivir sin trabajar, y si se puede cobrar solo por estar, sin dar ni clavo, mejor que mejor. Por eso los españoles somos los europeos que más horas pasamos en el trabajo, pero ni de lejos los más productivos. 

Por curiosidad, he mirado cuál es la etimología de "negocio" en finés. La palabra es "liiketoiminta" y si la descomponemos, tenemos que "liike" hace referencia a tienda, comercio, o actividad, y "toiminta" es acción, funcionamiento. Es decir que, para los finlandeses,  negocio es una actividad comercial que funciona. El concepto está totalmente en línea con el anglosajón: la vida consiste en aprovechar el tiempo, en funcionar para obtener beneficios. 

Comparemos esta idea con el concepto que en los siglos XVI y XVII, cuando se forjó nuestra lengua, teníamos los españoles del trabajo manual y del comercio: El español valoraba sobre todo la honra, el honor, sobre todo el conseguido por las armas, la bizarría, el buen nombre, la dignidad; un buen español consideraba el trabajo manual y el afán de lucro como vilezas, cosas de rufianes que solo servían para condenarse en la vida eterna. "Vanidad de vanidades, todo es vanidad", que decía el Eclesiastés. Calderón, por boca de Pedro Crespo, el Alcalde de Zalamea, nos ofrece un compendio de la escala de valores del siglo de oro:


Esos rasgos, que se cuecen a fuego lento, forjan una cultura y determinan una manera común de enfrentarse a la vida.

 Con nuestra inveterada costumbre de denigrarnos en la comparación con lo de fuera, hoy tomamos como modelo el capitalismo americano, todo eficiencia, olvidando que ellos tienen la eficiencia y el lucro tan grabados en el subconsciente colectivo como nosotros el rechazo al trabajo y al comercio. El protestante calvinista, en efecto, considera que el hombre no se puede salvar por sus obras, porque está predestinado: Dios, que sabe de manera predeterminada quién se salvará y quién no. Al hombre solo le queda que toda la comunidad vea que vive en el temor de Dios, que es pío y trabaja con diligencia, que tiene éxito en la vida, porque todo ello es signo de que está en gracia. Además, la relación del hombre con Dios es directa, no hay unos sacerdotes que puedan perdonarte los pecados y prometerte la vida eterna; como mucho, unos pastores que te orientan y te confortan, confirmándote en tu idea de que te cuentas entre los hijos de Dios, siempre que lo hagas patente. En la actualidad, las iglesias pentecostales y algunas evangélicas (los famosos "telepredicadores" predican en América esta teología de la prosperidad.


¿Y si resulta que todos estábamos equivocados de medio a medio? ¿Y si resulta que el trabajo no es una maldición divina ni tampoco un signo de salvación? ¿Y si resulta que se puede ser feliz hoy y ahora, en el trabajo, hasta el punto de no distinguir entre ocio y negocio? Así es como nuestros jóvenes, desengañados con la escasa estabilidad y previsibilidad de su futuro laboral, están aprendiendo a vivir.

Corre por internet una máxima que se atribuye a Confucio, y que reza "Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida". De acuerdo, las circunstancias no están precisamente para elegir entre una amplia carta de trabajos disponibles. Pero estoy hablando de una actitud. De querer dedicarse a lo que a uno le llena, a eso que sabes que haces mejor que los demás. Cuando uno está motivado es productivo y hace un trabajo de calidad. Y eso vende.


¿Y si, en lugar de estructurar el sistema educativo con criterios de orden, clasificación, utilidad y acceso al mercado laboral, convirtiendo a nuestros jóvenes en carne para las multinacionales, les enseñáramos a ser ellos mismos, a asumir la responsabilidad de ejercer su libertad? ¿Y si el colegio fuese un entorno en el que acumulen experiencias a la vez que conocimientos, en el que encuentren su lugar en un ambiente que no es hostil, aprendan  a discernir, a trabajar en equipo en lugar de competir, a tomar distancia para revisar los valores que les inculcan y saber qué es lo que realmente necesitan ellos y su comunidad? En una palabra ¿Y si la educación fuera la formación de un espíritu crítico, solidario, positivo, y orientado a la felicidad?

5 comentarios:

  1. El colegio finlandés…… Según veo las fotos, es como llevar a los niños a estudiar al… Ikea. Curiosamente, se ven niños muy pequeños…, pero en el taller, ya no hay niños pequeños sino un adulto y un adolescente talludito. ¿Cómo ha podido aprender a usar la sierra, la fresadora, la lijadora (jeje, es que estará lijando los esquíes para hacer esquí)?. Parece que los niños están muy a gusto oyendo el cuento de los tres cerditos por parte de su “seño” y en la otra foto, leyendo un cuento encima de la estantería ikeaense…

    Bueno….. de ahí saldrán los futuros Kimis Raikkonen, Valtteris Bottas, Hakkinen, Hanu Mikkola (siempre me hizo gracia el apellido de este corredor de rallies), Juha Kankkunen… grandes pilotos de la fórmula 1 y el campeonato del mundo de rallys (el motor se les da bien…., pero ¿hacen otra cosa?). No les veremos de toreros en la plaza de las Ventas.

    Mmmmmmmm ¿Tú crees que copiando el sistema finlandés mejoraría el español?. Por supuesto que sí, pero no creo que todos los colegios finlandeses sea como este de Ikea de las fotos (además, Ikea son suecos, jejeje). Parece que la LOGSE española primaba lo que dices que hacen en este colegio finlandés de manera contraria al denostado “la letra con sangre entra”: sin esfuerzos, en equipo, interactuando, colaborando en grupo. Debe haber algo más para que la LOGSE sea un fracaso en España, y el modo finlandés sea un éxito (y no creo que sean los edificios de arquitectos renombrados). Pero…, no estaría de más copiar cualquier método de enseñanza europeo (cualquiera tendrá mejores notas que nosotros en el informe Pisa). ¿Y los asiáticos?. También tienen buena nota, y ahí sí que predomina “la letra con sangre entra”. ¿Otra vez a hincar los codos para sabernos la lista de los reyes godos?. Ataulfo, Chindasvinto, Atanagildo, Leovigildo, Recaredo, Recesvinto….. No me los sé. Me gustan Sisebuto y Gundemaro por esos nombres tan sonoros, jejeje.

    En fin…. Lo que funciona mal en España (enseñanza, trabajo), habrá que copiarlo de fuera. Lógico. No se hace. Ilógico.

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  2. Mon, te has convertido en el fan número uno de mi blog. Es verdad que no hay que copiar todo de los finlandeses por el hecho de que saquen mejores notas. He leído que el sistema de estudios en ese colegio, y en Finlandia en general, está diseñado para sacar puntos en el PISA. En todo caso, sí parece que los niños están a gusto, y yo estoy convencido de que enseñar a discernir, a asumir responsabilidades, en un clima de libertad y motivación, es la forma de poner a los alumnos de tu parte, de implicarlos en el proceso. El problema es que la LOGSE es un cambio de música, pero que se toca con los mismos instrumentos de siempre. No se trata de pantallas táctiles y de ipads en el cole, se trata de cambiar las metodologías y las actitudes de los profesores y directores de los colegios, nuchos de los cuales me temo siguen "a piñón fijo". Y me imagino que, en muchos casos, son los propios padres los que, si no ven que a sus hijos les educan como les educaron a ellos, consideran que en el colegio lo hacen mal.

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    1. Jejeje, tienes muchos fans (algunos más habrá de entre las 627 personas que visitan el blog, según veo en el contador), pero parece que no se animan a escribir. Solo son lectores…, que es otra forma de participar.

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  3. Something is rotten in the state of...Finland.
    No dudaré yo de la salutíferas y siempre admiradas políticas sociales y educativas de nuestros hermanos del Norte. Aunque los finlandeses nos quedan más lejos que los suecos, ya sea por las suecas en el pasado y por Ikea en el presente, no deja de sorprender que, una vez salen de esas maravillosas escuelas,se lanzan como posesos a deglutir vodka y a suicidarse, liderando con diferencia el número de muertos por alcoholismo y suicidio en Europa, hay que reconocer que sus vecinos luchan arduamente por llevarse esa "honrosa" posición todos los años, así que algo falla en los sistemas educativos de Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca. No voy a entrar en el número de mujeres asesinadas y maltratadas por no hacer mucha sangre, pero ahí están las estadísticas, a pesar de un sistema educativo que se supone nos saca años luz en cuestiones de igualdad de género. Los informes Pisa hay que cogerlos con pinzas, después de todo el número uno es China seguido de Corea y Japón. Curiosamente también se suicidan a "cascoporro". Te doy toda la razón, la educación debería ser: -espíritu crítico, solidario, positivo, y orientado a la felicidad-, pero el informe Pisa eso no lo mide. Al final lo que te dice es que hay que currárselo como un chino. Puede que sea un fatalista, pero lo que propones sólo podría desarrollarse de forma global en un sistema como el de Aldous Huxley en La Isla.

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  4. Hola, Ángel, gracias por pasarte por aquí. Sí que es verdad que no todo es sacar buenas notas, y que estos nórdicos, con sus sistemas sociales envidiables, no parece que sean las personas más felices. Parece que para eso hace falta un poco más de sol.

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